Un Amor Que No Se Esconde: El Valor de un Discípulo Verdadero

Devocional de hoy

Un Amor Que no se Esconde: El Valor de un Discípulo Verdadero

A veces el discipulado se vive en silencio, en medio de luchas internas, temores y escenarios complicados. Ese fue el caso de José de Arimatea, un hombre que amaba a Jesús, pero lo seguía en secreto por temor a los judíos. Era un miembro del Sanedrín, un hombre respetado, con influencia, pero su corazón ya no pertenecía a las estructuras religiosas de su época, sino al Maestro que un día transformó su vida.

El paso de fe de José

Cuando Jesús muere en la cruz y muchos de sus discípulos lo niegan o huyen, José se atreve a dar un paso de fe. Va ante Pilato, arriesgando su posición y su reputación, y pide el cuerpo de Jesús para darle sepultura. Su amor superó su miedo. Su respeto venció su silencio. José demostró que un verdadero discípulo no es el que siempre habla de Jesús, sino el que actúa con valor cuando todos callan.

Un discipulado sin interés personal

José se expuso, no ganó nada a nivel humano, y no estaba esperando un milagro o un beneficio personal. Su único propósito era honrar a su Señor hasta el final. Nos da un ejemplo de discipulado genuino, que no se mueve por interés, sino por un amor inmensamente grande.

Seguir a Jesús en todo momento

Hoy muchos siguen a Jesús por lo que Él puede hacer: por sus milagros, su provisión, su poder. Pero José nos habla de un discipulado que no busca aplausos ni recompensas, sino que ama a Cristo por quien Él es. Que lo sigue cuando no hay milagros, cuando parece que todo ha terminado, cuando el cielo está en silencio.

Preguntas para nuestra fe

¿Y nosotros? ¿Seguimos a Jesús con un amor secreto, sin que nadie lo sepa? ¿Nos movemos por interés o por una relación profunda con Él? ¿Estamos dispuestos a dar pasos valientes cuando nadie más lo hace? Un verdadero discípulo no espera condiciones perfectas para actuar. Honra a Cristo en la dificultad, en el dolor, en el rechazo, aun cuando parezca que todo ha terminado. Porque sabe que seguirle vale la pena, aun si cuesta todo.

El ejemplo que permanece

José de Arimatea nos recuerda que la valentía también se expresa en gestos de amor. Que aún cuando fallamos, aún si hemos callado antes, siempre hay una oportunidad para honrar a Jesús con nuestras decisiones. Que cada día podamos pasar del silencio a la acción, de la duda a la fe, del temor a la obediencia.

Hoy es un buen día para salir de las sombras y ser un discípulo valiente.

Oración final

Señor Jesús, quiero seguirte con un corazón valiente. Perdóname si alguna vez te he seguido en secreto o con miedo. Dame el valor de vivir mi fe abiertamente, de honrarte con mis actos, de amarte sin condiciones. Que como José de Arimatea, mi vida hable de Ti incluso cuando otros callen. Hazme un discípulo verdadero, fiel hasta el final. Amén.