¿Somos realmente compasivos como Jesús?

Por José Jesús García - Devocional 13 de septiembre 2025.

Devocional de hoy

¿Somos Realmente Compasivos como Jesús?

Un llamado a vivir en la misericordia que hemos recibido

“...Jesús de Nazaret... anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.”

Hechos 10:38

Introducción: El llamado a vivir la compasión de Dios

La compasión no nace de nosotros mismos. Como seres humanos, limitados y egoístas por naturaleza, no podríamos producir verdadera misericordia si no la hubiéramos recibido primero de parte de Dios. Lo que brota en nosotros cuando servimos a los demás en momentos de necesidad —en desastres, catástrofes, crisis humanas— no es otra cosa que el reflejo del carácter de Cristo en nosotros. Es Él quien nos impulsa a actuar, a amar, a ayudar, a bendecir.

Jesús, modelo perfecto de solidaridad

Jesús no dio su vida solo por sus amigos o por aquellos que lo aceptaban, sino por toda la humanidad, incluidos los pecadores, los que lo rechazaron y abandonaron, los que le criticaron o abandonaron. Él es el máximo ejemplo de solidaridad, dando TODO sin esperar nada a cambio.

Su compasión no solo sanaba cuerpos, sino también corazones: escuchaba al que clamaba, atendía al que era ignorado, sentía cuando alguien tocaba su manto con fe (Lucas 8:43–48). Su poder fluía no desde una plataforma religiosa, sino desde un corazón lleno de misericordia Y COMPASIÓN.

La iglesia: reflejo del amor de Dios

Como cuerpo de Cristo, estamos llamados a manifestar ese mismo amor. No basta con ayudar cuando ocurre una gran tragedia; hay una multitud de personas clamando cada día.

La iglesia debe vivir con los sentidos despiertos: oídos para oír, ojos para ver, manos para consolar. El Espíritu Santo nos transforma para que no solo demos “cosas”, sino también esperanza, consuelo y restauración.

Como dice Hechos 4:32, los creyentes tenían un solo corazón, y compartían todo lo que tenían. Nadie pasaba necesidad.

Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.

Hechos 4:32

Bernabé, ejemplo de un corazón compasivo

El apóstol Bernabé, cuyo nombre significa “hijo de consolación”, fue testimonio de este amor en acción. Vendió su propiedad y lo entregó todo a los pies de los apóstoles

Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre, como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles.

Hechos 4:36-37

No dio lo que le sobraba; dio con entrega total. Su acto fue una expresión tangible de compasión.

¿Estamos nosotros dispuestos a hacer lo mismo? ¿Usamos la iglesia solo para recibir o también para dar?

Llamados a ser salvavidas

En Hebreos 13, se nos exhorta a vivir el amor fraternal y la hospitalidad. Como aquellas casas que ofrecían comida, agua y cama a los caminantes, somos llamados a ser refugio para el necesitado.

Jesús nos dijo: “Dadles vosotros de comer” (Mateo 14:16). Él busca siervos que no teman perder su vida en este mundo para ganarla en el venidero (Juan 12:24–25).

Quiere salvavidas espirituales que corran hacia el que está huyendo del dolor, la guerra o la angustia

Salid a encontrar al sediento; llevadle agua, moradores de tierra de Tema, socorred con pan al que huye. Porque ante la espada huye, ante la espada desnuda, ante el arco entesado, ante el peso de la batalla.

Isaías 21:14–15

Conclusión: La compasión comienza en nuestro interior

El mismo Jesús que nos salvó es quien nos llama hoy a actuar. La misericordia que hemos recibido debe impulsarnos a extenderla. No es solo una emoción: es una acción concreta.

Que el Espíritu Santo tome control de nuestras emociones, carácter y decisiones, y nos convierta en instrumentos vivos de su amor.

Aplicación práctica:
Busca una forma concreta de mostrar compasión a alguien hoy: escucha con atención, ofrece ayuda a un necesitado, comparte tu tiempo y tus recursos. No esperes una catástrofe para actuar.

El mundo necesita el amor de Cristo hoy: sé esos brazos que abrazan, esa palabra que consuela, esos oídos que atienden el clamor de otros.

Oración final

Señor, gracias por tu misericordia que me alcanzó. Hazme sensible al clamor del necesitado, despierta mis sentidos espirituales para ver, oír y actuar con tu amor.

Transforma mi corazón para ser como el tuyo: compasivo, generoso y dispuesto. Que tu Espíritu Santo me guíe cada día a vivir la solidaridad que tú modelaste.

Amén.