No Juzgar a los Demás

Por José Jesús García - Devocional 04 de septiembre 2025.

Devocional de hoy

No Juzgar a los Demás

La misericordia de Jesús

Jesús estaba escribiendo en el suelo y le trajeron a una mujer pecadora para juzgarla, pero Jesús en su misericordia dijo: el que esté libre de pecado tire la primera piedra; y todos tuvieron que irse sin condenarla.

Aceptar a los débiles en la fe

Recibid al débil en la fe pero no para contender sobre opiniones.

Romanos 14:1

El amor de Dios supera cada situación, pero no para tener prejuicios, rechazo a ciertas personas, contender y perder el tiempo en razonamientos humanos.

La justicia guiada por Dios

Moisés, cuando sacó al pueblo de Egipto, se dedicaba a juzgar al pueblo y a solucionar problemas. Su suegro le aconsejó que buscara hombres fieles para ser jueces, hombres llenos del SEÑOR, sabios, temerosos de DIOS.
Llenos del Espíritu Santo podemos ser justos y misericordiosos para poder restaurar lo que está roto, lo que se ha destruido.

La sabiduría de Salomón

Salomón, cuando comenzó a reinar, pidió al Señor entendimiento para poder juzgar a un pueblo tan grande. Necesitamos sabiduría para tomar decisiones, no ojo por ojo y diente por diente, nunca sin misericordia y amor, no mirando la biga del hermano, sino nuestra propia paja.
Siendo canales de bendición, vasijas de su Amor, sin condenar a nadie, con un corazón de padre, de pastor, siendo madres de Israel, cuidando lo que sale de nuestra lengua que puede hacer tanto daño.

Usar la Palabra para restaurar

A veces usamos la Palabra de Dios para condenar y acusar como los religiosos, en vez de sanar y restaurar como lo hacía Jesús.
El juicio aleja a los pecadores, pero el amor los acerca.

No murmuréis los unos de los otros. Tú, ¿quién eres para juzgar a otro?

Santiago 4:11

El juicio nos impide que la obra del Señor se haga a través de nosotros. Sin amor, es imposible que se produzca esa preciosa obra.

Las ciudades de refugio

Somos esas ciudades de Refugio. Allí iban personas que se escondían de la ley, ladrones, pecadores, impíos, pero no se les juzgaba, solo se les acogía con amor.

Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo sino para que el mundo sea salvo por Él.

Juan 3:17

Si Dios no viene a condenarnos, ¿por qué nosotros condenamos tan rápido?
O al revés, ¿cuántas veces nos sentimos juzgados, que hablan mal de ti, te menosprecian, no se alegran con tu presencia?

Aquella mujer que fue perdonada de tantos pecados y derramó su frasco de perfume a los pies del Maestro, estuvo hasta el final siguiendo a Jesús y le siguió hasta su muerte en la cruz cuando todos le abandonaron. Ella se sintió aceptada, perdonada y no condenada. Ese es el mayor deseo de JESÚS: liberarnos del pecado.

Ser jueces como Jesús

El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque se han de discernir espiritualmente.

1 Corintios 2:14

Aquél que juzga de forma natural es insensato, tropieza con las apariencias. Necesitamos discernimiento, luz del Señor, y no razonamientos humanos.
Para ello necesitamos estar llenos del Espíritu Santo, Él nos enseña, inspira, guía y aclara cualquier duda.
Pidamos al Señor que nos dé un sabio juicio, una sabia determinación, porque podemos romper una vida con una mala palabra o decisión.

Los malos juicios basados en malos entendidos pueden hacer tanto daño. Pero si vamos con la Espada del Señor, podemos cortar para sanar y restaurar.

La mente de Cristo

Quién conoció la mente de Cristo? Nosotros tenemos la mente de Cristo.
Que Él ponga sus pensamientos en nosotros, sus santos juicios en nuestras mentes.

Restauradores de portillos

Que seamos restauradores de portillos con materiales espirituales como la oración, el amor y el perdón.
Construyendo y no derribando, edificando y levantando al caído, fortaleciendo las rodillas endebles, afirmando los débiles y avivando los pábilos humeantes.

Oración final

Señor, perdónanos por cuántas veces hemos juzgado, hablado mal de otros, difundido la falta del hermano.
Te damos gracias por cubrir nuestras vergüenzas. Recordar eso cada día nos conmueve.
Que muchos perdidos, débiles en la fe, vengan a comer de nuestros frutos.
Perdónanos Señor cuando menguamos a otros para destacar nuestras virtudes. Perdónanos cuando señalamos y acusamos.
Es tiempo de pedir perdón a Dios por hacer daño a un pequeño.