Dios te hará florecer en sequía.

Por José Jesús García - Devocional 16 de julio 2025.

Devocional de hoy

Dios te hará florecer en sequía

Lectura bíblica:

“E hizo Moisés que partiese Israel del Mar Rojo, y salieron al desierto de Shur; y anduvieron tres días por el desierto sin hallar agua... y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador.
Y llegaron a Elim, donde había doce fuentes de aguas, y setenta palmeras; y acamparon allí junto a las aguas.” Éxodo 15:22-27

Cuando el pueblo De Dios salió de Egipto pasó por un gran desierto, Dios les probó, les trató, una generación entera murió en ese desierto, y esta vida es como un peregrinaje, en el que debemos desviar la mirada del mundo y mirar a Jesús.  Pero en ese desierto, Dios prueba, trata y purifica a su pueblo. Y a los que le obedecen, Él se manifiesta como nuestro sanador.

ELIM: UN OASIS DE VIDA ABUNDANTE

Elim fue un lugar especial en medio del desierto: doce fuentes de aguas y setenta palmeras. Allí, Dios proveyó descanso, frescura y vida en abundancia. Así debe ser la iglesia: un oasis en medio de este mundo seco, árido, sin Dios. Un lugar donde el sediento encuentra agua viva y el hambriento alimento espiritual. Un lugar habitado por el pueblo de Dios, lleno de Su presencia.

Doce fuentes, como las doce tribus, Doce discípulos de Jesús enviados, ya no eran pescadores de peces, ya no cobraban impuestos, fueron enviados De Dios para sanar vidas, predicar el evangelio de Jesús.

EL SIGNIFICADO DE LAS PALMERAS EN LA BIBLIA

Setenta palmeras, como los setenta años de prueba en Babilonia, pero también como símbolo de vida, sombra, nutrición y resistencia. La palmera no solo sobrevive en el desierto: da sombra, da dátiles, da herramientas, da alimento, da cobertura. Duran muchos años, tienen gran vitalidad, aguantan temperaturas extremas, y así debemos ser los siervos De Dios, que superan situaciones inhóspitas, difíciles, con las raíces en Jesús, aguantando dificultades, porque Su Mano estará con nosotros.

LLAMADOS A DAR FRUTO DONDE DIOS NOS PLANTÓ

Iglesia que da frutos, que alumbra con una luz esplendorosa, que da de comer al hambriento y de beber al sediento.

“Pero tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo; Seré ungido con aceite fresco. El justo florecerá como la palmera; Crecerá como cedro en el Líbano. Tiempo de dar, somos bendecidos no solo para recibir sino para dar más. Fuentes de vida al sediento Bálsamos De Dios, utensilios de consuelo, ríos de aguas vivas..” Salmo 92:10-15

Dios nos llama a florecer como la palmera. No mirando al horizonte, al mundo, sino al cielo, con raíces profundas en Cristo. Resistiendo pruebas y sequías, y aún en la vejez, dando los mejores frutos. La jubilación espiritual no existe. ¡A mayor madurez, mayor fruto!

SER UNA IGLESIA PLANTADA Y FRUCTÍFERA

No seamos árboles de hojas sin fruto. No seamos almendros amargos que nadie quiere comer. Seamos dulces, constantes, firmes, plantados por Dios, útiles para otros. La iglesia necesita hermanos mayores que sostienen cargas, dan sombra, consejo, consuelo y fortaleza.
Hoy más que nunca, Dios busca árboles vivos: justos que florecen, que están vigorosos y verdes, que anuncian Su fidelidad, y que dan lo que han recibido. Estamos llamados a ser fuentes, palmeras, bálsamos, ríos, aliento.

Plantados en la casa de Jehová, En los atrios de nuestro Dios florecerán.
Aun en la vejez fructificarán; Estarán vigorosos y verdes,
Para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto, Y que en él no hay injusticia.”

Oración:

Señor, haznos florecer como la palmera en medio del desierto.
Haz de nuestras vidas un oasis para otros.
Que podamos dar fruto en toda estación, aún en la vejez,
y que nuestra sombra refresque a los cansados del camino.

No permitas que seamos estériles ni egoístas,
sino fuentes que brotan con tu Espíritu,
palmeras que resisten, crecen y alimentan.
Plántanos en tu Casa, para que en tus atrios florezcamos,
y que muchos vengan a beber del agua viva que Tú nos das.

Que todo lo que hagamos, sea para tu gloria,
y que al mirar nuestra vida, otros digan:
“Ahí está el Señor. Ese lugar está lleno de Su presencia”. Amén.