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La Santidad: Medicina del Alma
Por José Jesús García - Devocional 28 de agosto 2025.

Devocional de hoy
La Santidad: Medicina del Alma
Introducción
Vivimos tiempos de tanta contaminación del alma, tiempos peligrosos, de hombres amadores de sí mismos. Y sabemos que, Sin santidad no podemos ver a Dios y el Señor no puede obrar. Es la pureza De Dios con nosotros, su medicina que sana de dentro a fuera, no solo enfermedades físicas sino también del alma.
Una tierra estéril
“Y los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar en donde está colocada esta ciudad es bueno, como mi señor ve; mas las aguas son malas, y la tierra es estéril.”
2 Reyes 2.19-22
En Jericó no buscaban a Dios y sin embargo pidieron ayuda al profeta. Clamamos a Dios cuando llegamos al límite. Era la tierra prometida, un lugar bueno pero era tierra estéril, las cosas no salían bien, no había fruto de la tierra por el agua.
“Entonces él dijo: Traedme una vasija nueva, y poned en ella sal. Y se la trajeron. Y saliendo él a los manantiales de las aguas, echó dentro la sal, y dijo: Así ha dicho Jehová: Yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad. Y fueron sanas las aguas hasta hoy, conforme a la palabra que habló Eliseo.”
Eliseo fue al nacimiento del agua y allí echó sal y Dios sanó y echó fuera la enfermedad. El manantial es el corazón y de ahí brota todo. Al derramar la sal, símbolo del Espíritu Santo, viene sanidad. Y sin intervención del Señor no hay sanación completa. Jesús sanaba cojos, ciegos y también endemoniados y atormentados. Tantos que viven angustiados y El Señor quiere que a través de esa sal derramada, seamos sanados. Al recibir a Jesús seremos limpiados, curados.
Limpios y sanos
La sanidad vino para siempre y Dios cuando viene a nuestras vidas y nos trae santidad, quiere que vivamos en esa pureza, siendo la sal derramada en la tierra, ejerciendo sus propiedades: no contaminarse, proteger, sanar, desinfectar, preservar.
La sal destruye cualquier bacteria y por eso se echa en las heridas y sana. Muchos no son sanados porque no han recibido Su Palabra. Muchos visitan la iglesia pero siguen atormentados y no han sido transformados por Jesús. Cuando se pierde la santidad, el Espíritu Santo se va y entonces, estamos sin protección.
Y sazonarás con sal toda ofrenda que presentes, y no harás que falte jamás de tu ofrenda la sal del pacto de tu Dios; en toda ofrenda tuya ofrecerás sal.”
Levítico 2:13
La sal como ofrenda
Las ofrendas eran presentes delante del Altísimo para recibir perdón de pecados. Y qué podemos dar al Señor? Si todo lo que tenemos es de Él? Cuántos llevan desde niños acudiendo a la iglesia pero sin sal como agua insípida. Necesitamos sanar nuestro corazón, estar completos, gozosos, impregnados de Dios.
“Vete y no peques más” decía Jesús. Que todo lo que hagamos sea con sal, con el Señor en medio nuestro, porque si no, no merece la pena nada.
Señor, queremos ser sal
Clamaremos al Señor: limpia mis manos, que tu palabra me purifique para que con esa sal, pueda tener tu respaldo y tu unción. Es recibir ese bautismo de fuego para vencer la tentación, el pecado. No hagamos la obra indolentemente, que nunca nos falte Su presencia en todo lo que hagamos. En toda ofrenda ofrecerás SAL.
En vano hacemos obras de caridad sin sal, sin el Señor en ti. Cuidado que nos falte su Espíritu Santo, porque El humanismo así avanza en la iglesia.
Señor, sin ti nada somos
“Así ganó David fama. Cuando regresaba de derrotar a los sirios, destrozó a dieciocho mil edomitas en el Valle de la Sal.” En el valle de la presencia del Espíritu Santo.
2 Samuel 8:13
Los edomitas cayeron en el pecado de la altivez y orgullo, y fueron derrotados. Debemos vivir en humildad y sabiendo que con El todo es posible. Podemos estar cansados, pero Dios pelea por nosotros. Sabiendo que es El, porque si nos apartamos de su presencia, no somos nada.
Calafateados con la santidad vivamos protegidos del pecado.
Oración final
Señor dame fuerzas para combatir el pecado, guárdame de la contaminación tan grande de este mundo. Guarda mi alma y derrama tu Espíritu Santo en mi corazón. Trae fe a mi vida y que busquemos tu santidad y tu pureza. Porque tú no habitas en el pecado y Queremos estar llenos de ti. En ti somos más que vencedores.
