¿Es la Condenación un Castigo o una Bendición?

Por Javi Jiménez - Devocional 05 de octubre 2025.

Devocional de hoy

¿Es la Condenación un castigo o una bendición?

Dios no quiere que nadie se pierda

Voy a tratar de explicar que Dios, que es amor, no quiere que nadie se pierda.

Como dice el evangelio:

De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.

Pero también dice:

Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

Y añade:

Esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.

La libertad y la elección del destino

Ahora, según esta palabra el hombre escoge su destino haciendo uso de su libertad.

El concepto de libertad

Vamos a abordar el concepto de libertad:

Podemos escoger qué hacer, pero no podemos escoger qué querer.
Podemos decidir nuestras acciones, pero no nuestras inclinaciones.

Estamos presionados por nuestra naturaleza pecaminosa, por nuestras concupiscencias, somos esclavos de nuestras pasiones.

Por otro lado, tenemos el sistema de este mundo que nos condiciona el pensamiento y los deseos, inoculando —por la presión social, los medios de comunicación, las modas y costumbres— modelos de pensamiento que creemos que son nuestros, pero en realidad son inducidos, creando un falso sentido de la libertad.

La verdadera libertad

La verdadera libertad no es hacer, sino ser.
La verdadera libertad no solo es escoger, sino escoger con lucidez y criterio.

Por eso dice Jesús:

Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Jesús nos ha traído la luz para que escojamos con conocimiento.

El Reino de los Cielos exige transformación

Ahora, el reino de los cielos exige transformación.
La conversión es transformación interior y progresiva.

El que no naciere de nuevo, no puede ver el Reino de Dios.

Nacer de nuevo implica un cambio de naturaleza, y un cambio de naturaleza significa que no nos gusta lo que antes nos gustaba, y no deseamos lo que antes deseábamos, porque nuestra naturaleza ha cambiado.

Por eso dice Pablo:

Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.

Pablo expresa que en su conversión ha cambiado su naturaleza, que es el querer, pero no el hacer, pues necesita de la llenura del Espíritu y no solo una religión.
Por eso el Señor no solo nos ayuda en el querer, sino también en el hacer, por su buena voluntad.

Una alegoría sobre la transformación

Una alegoría:

Si subiera un autobús al cielo, lleno de condenados, con la oportunidad de que el que se quisiera, pudiera quedarse en el cielo, ninguno encontraría atractivo el cielo.

El rencoroso no podría satisfacer sus deseos de venganza; el orgulloso no sentiría su ego reconocido; el artista no sería el centro de las miradas y aplausos; al amargado no le darían la razón… y así sucesivamente, pues el cielo exige transformación.

Carne ni sangre heredarán el reino de los cielos.

El deseo de santidad y la esperanza celestial

El cielo será el lugar donde serán satisfechos nuestros deseos de santidad, que en este mundo y con este cuerpo no podemos alcanzar.

¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?

El cielo es el lugar para aquellos cuyo cuerpo natural no les representa y anhelan un nuevo cuerpo que se ajuste a su nueva naturaleza.

Como dice Pablo:

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya.

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