El Gozo de la Humildad

Por Miguel Díez - Devocional 8 de octubre 2025.

Devocional de hoy

El Gozo de la Humildad

La vida como escuela de humildad

La vida es una escuela de humildad y muchos no aprueban por mucho que estudien o vayan a cultos. Si no hay circuncisión de viejas levaduras, si no somos libres de nosotros mismos, no habrá libertad para que el Espíritu Santo produzca el fruto de la mansedumbre. Igual que la circuncisión física libera y limpia para no contaminar a la mujer, así es necesaria sea circuncidada el alma para ser liberada de la soberbia que hay en todo ego.

El discipulado de Cristo y la enseñanza de la humildad

Como en todos hay orgullo, el discipulado de Cristo es enseñarnos humildad y al final pueda ser como la espiga llena de granos plegada por el peso y pueda ser colectada por el Agricultor santo.

¿Queremos aprender como alumnos de Jesús? Tenemos que estar dispuestos a humillarnos continuamente.

La presencia de Dios con los humildes

Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.

Isaías 57:15

Él quiere vivir con el humilde, por eso no podemos resistir la corrección, el quebranto para producir la mansedumbre, el fruto del humilde. Dios habita en los que se dejan podar y dejan al Santo purificar y producir sus buenos frutos.
El que le sirve, su Padre le honrará. No busquemos la honra del hombre sino la de Dios. No hay frutos de humildad sin quebrantamiento.

La humildad, madre de las virtudes

Jehová dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo? Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.

Isaías 66:1–2

Hay cristianos que tienen menos fe que los demonios que creen y tiemblan, y muchos creyentes no tiemblan ni obedecen ni tienen respeto ante su palabra.
Debemos vivir con temor y temblor todos los días de nuestra vida.

El peligro del orgullo religioso

No hay peor soberbia y orgullo que el religioso. La religión justifica, la religión hace creer que somos justos, pero el Señor no quiere que tapemos con el prepucio de la práctica religiosa nuestras vergüenzas, sino que descubramos ante Él lo que somos, en reconocimiento de nuestra incapacidad y debilidad.

Dios es celoso y quiere que nos consagremos a Él, que nos humillemos y renunciemos a nuestro ego.

La gracia para los humildes

¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente? Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.

Santiago 4:5–10

Dios resiste a los soberbios, a los que no quieren dejar de serlo, pero a los que quieren aprender humildad los exaltará.

El llamado a servir

Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

Mateo 23:10–11

Dios resiste al soberbio.

El quebrantamiento antes de la exaltación

Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu.

Proverbios 16:18–19

Todos los cansados de estar esclavos del mundo, de sí mismos, hallarán en Cristo paz y descanso. Aprendamos a que nos quite el yugo carnal y seamos yugados solo con su yugo de humildad y mansedumbre.

Oración

Arrodillémonos humillados ante Dios, y pidamos que siga siendo el Señor propicio a nosotros, porque aún no somos santos pero queremos serlo. No podemos por nosotros, sigue obrando, perfeccionándonos, corrigiéndonos, disciplinándonos, haz tu obra gloriosa.
Perdóname por todos los orgullos, que son la vieja levadura, que no crezca en mi corazón… líbrame de mí mismo, del diablo y del mundo.