¿Dios te oye o tú oyes a Dios? El ejemplo de Ismael y Samuel

Por Ramón Ubillos - Devocional 4 de agosto 2025.

Devocional de hoy

¿Dios te oye o tú oyes a Dios?

Dos nombres, dos actitudes espirituales

Quiero hablar de dos personajes de la Biblia: Ismael y Samuel. Ambos nombres tienen la misma raíz en hebreo relacionada con “oír”, pero en sentidos opuestos. Ismael significa “Dios oye”, mientras que Samuel significa “el que oye a Dios”.

Ambas posiciones son reales y válidas. Sin embargo, los que se identifican con Ismael —esperando que Dios escuche constantemente su clamor— no vivirán una vida plena. Por el contrario, los que adoptan la actitud de Samuel, de escuchar activamente a Dios, experimentarán alegría y gozo.

Dios oye el clamor de Ismael

Génesis 16:11
Además le dijo el ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Ismael, porque Jehová ha oído tu aflicción.

Agar, la madre de Ismael, recibe un mensaje claro del ángel: Dios oyó su aflicción. Ismael es el resultado de ese consuelo. A veces cuando oramos, estamos más enfocados en explicar nuestras angustias a Dios que en escucharle. Pero la oración, más que un monólogo, es un diálogo donde aprender a oír es tan importante como hablar.

Jesús sabía que el Padre siempre lo escuchaba

Juan 11:41-42
Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.

Jesús mismo reconoce que Dios siempre le escucha. Nosotros también podemos estar seguros de que Dios oye nuestras oraciones, pero aún más importante es saber que Él ya conoce lo que estamos pasando. Presentarnos para oírle, en confianza, es un acto de fe y madurez espiritual.

Samuel: el que oye a Dios

1 Samuel 3:10
Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye.

Samuel no reconoció la voz de Dios en los primeros llamados. Pero finalmente respondió como su nombre lo indicaba: “Habla, que tu siervo oye”. Nuestra vida espiritual crece cuando deseamos escuchar la voz de Dios más que simplemente ser oídos por Él.

¿Estás oyendo que eres hijo de Dios?

Romanos 8:16
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.

A veces no percibimos ese testimonio interior, pero Dios quiere hablarnos de manera personal. El testimonio del Espíritu no es solo conocimiento bíblico, sino una voz interna que afirma quiénes somos en Él.

La obediencia nace de escuchar

Hebreos 11:7
Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe.

Noé escuchó a Dios cuando no había señales visibles. José también obedeció la voz del ángel y salvó al niño Jesús. La fe viene por el oír, y por oír la palabra de Dios. Así fue como muchos hombres y mujeres valientes hicieron historia.

Sé valiente: escucha la voz de Dios

Dios sigue hablando hoy. A veces no queremos oír, y otras veces incluso decimos que Él habló cuando no fue así. Pero cuando Dios habla de verdad, su palabra trae fe, dirección y transformación. La obra de Dios avanza porque algunos han tenido la valentía de decir: “Habla, Señor, que tu siervo escucha.”

Pongámonos de acuerdo para decirlo también:
¡Habla, Señor, que tu siervo escucha!

Oración final

Señor, solo por tu gracia podemos escuchar tu voz. Queremos decirte como aquel joven Samuel: heme aquí. Abre nuestros oídos espirituales para oír tu palabra personal y obedecerla. Queremos hacer tu voluntad. Danos tu gracia para poner por obra lo que nos has encomendado. Amén.