Devocional de hoy

Alimento Espiritual: Una Necesidad, No Una Opción

La Palabra de Dios: alimento diario del discípulo

Otro de los pilares innegociables en la vida de un verdadero discípulo de Cristo es alimentarse a diario de la Palabra de Dios. Así como no podemos vivir sin comida física, tampoco podemos mantenernos firmes espiritualmente sin el alimento sólido de las Escrituras. Un discípulo sin palabra de Dios es un discípulo débil, sin dirección, sin fuerzas.

Jesús, el pan de vida que sacia y transforma

Jesús se presentó a sí mismo como el pan de vida que sacia, fortalece y transforma. Y también enseñó que la Palabra de Dios es el alimento que sostiene verdaderamente al hombre. El pan que nutre el cuerpo es importante, pero más vital aún es el pan espiritual que nutre el alma.

Ignorar el pan espiritual debilita al discípulo

El problema no es que falte el pan, sino que muchas veces lo ignoramos. Vamos a la iglesia, escuchamos la Palabra, pero al volver a casa dejamos la Biblia cerrada hasta el próximo culto. Nos alimentamos una vez a la semana... ¿y pretendemos tener fuerzas para vivir como discípulos todos los días?

El pan espiritual debe ser fresco cada día

El pan de ayer no sirve para hoy. Se pone duro, pierde sabor y ya no alimenta igual. Así también, lo que leíste hace una semana no es suficiente para hoy. Jesús quiere darte pan fresco cada mañana, palabra viva que te fortalezca para enfrentar lo que venga, te consuele en el dolor, te dirija cuando hay confusión y te llene cuando todo lo demás falla.

Haz de la Palabra tu alimento indispensable

¿Eres discípulo de Cristo? Cada día es una nueva oportunidad para sentarte a la mesa con tu Maestro y ser alimentado por Él. Su Palabra es dulce como la miel, fuerte como el hierro, viva, firme como la roca. ¿Estás comiendo hoy del pan que da vida? Haz de la Palabra tu alimento indispensable, no un complemento. Como discípulo, no puedes permitirte pasar un solo día sin oír Su voz.

Oración: hambre por la Palabra

Señor Jesús, Tú eres el pan de vida que necesito cada día. No quiero vivir una vida espiritual vacía y débil por descuidar Tu Palabra. Abre mi corazón y despierta en mí un hambre profunda por Ti. Que leer, meditar y obedecer Tu Palabra sea para mí una práctica innegociable. Quiero ser un verdadero discípulo tuyo, Señor; obra en mí a través de tu Palabra y hazme crecer en fe y obediencia todos los días de mi vida. Amén.