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Acabar la Carrera con Gozo
Por Benito Chicharro - Devocional 26 de septiembre 2025.

Devocional de hoy
Acabar la Carrera con Gozo
Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer; salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones. Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.”
Hechos 20:22-24
La determinación del apóstol Pablo
El apóstol Pablo sabía que debía ir a Jerusalén aunque no sabía lo que le esperaba, pero tenía testimonio del Espíritu Santo sobre prisiones y tribulaciones. A pesar de eso, declaró que su meta era terminar su carrera con gozo, determinado a acabar lo que había empezado.
Dios termina lo que empieza
Debemos estar convencidos de que Dios termina lo que comienza: “El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6). Por eso Pablo decía: “de ninguna cosa hago caso”, ni ofensas, ni calumnias, ni acusaciones, porque nada debe impedir nuestro avance en Cristo.
Ofensas, calumnias y cansancio
Si me ofenden pasaré por alto la ofensa, porque todos fallamos alguna vez. Lo pasado quedó atrás; vivimos el presente enfocados en la gloria venidera. El cansancio y la rutina son armas del enemigo, pero Isaías 40:29 nos recuerda: “Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.” Cuando descuidamos la oración y la Palabra, la debilidad se nota; pero el Señor multiplica nuestras fuerzas como las del búfalo.
Firmes en la obra del Señor
Debemos estar constantes en la obra, sabiendo que en el Señor nada es en vano. Aunque Elías desmayó por el desaliento, todavía tenía camino por andar. Nosotros también debemos seguir, porque todo lo que hacemos en el Señor tiene recompensa. Pablo quería terminar la carrera con gozo, en victoria, a pesar de todo.
El valor del fin sobre el principio
“Mejor es el fin del negocio que su principio; mejor es el sufrido de espíritu que el altivo de espíritu”
Eclesiastés 7:8
Terminar algo exige sacrificio y capacidad de soportar. El siervo del Señor debe ser amable, apto para enseñar y sufrido (2 Timoteo 2:24). Jesús mismo es el ejemplo supremo: varón de dolores, obediente hasta la muerte de cruz, y hoy exaltado a la diestra del Padre.
El costo del discipulado
Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar.
Lucas 14:25-30
Lucas 14:25-30 enseña que antes de seguir a Cristo debemos calcular el costo. El Señor no buscaba multitudes de creyentes interesados, sino discípulos dispuestos a negarse a sí mismos. Seguirle implica renuncia, incluso a nuestra propia vida, como Pablo que no la estimó preciosa para sí mismo, sino para servir a otros.
El pecado de omisión y la renuncia
El egoísmo es el gran enemigo del amor, y el pecado de omisión pasa desapercibido porque no nos da cargo de conciencia. Pero Jesús nos llama a vivir en misericordia y a tener el mismo sentir que Él, que “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo” (Filipenses 2:5-8). Debemos poner a Dios primero en todo, cimentando bien nuestra vida sobre la roca que es Cristo.
Perseverar hasta la meta
No podemos edificar a medias ni volver atrás como el perro a su vómito (Proverbios 26:11). Corramos la carrera con paciencia, sin prisa pero sin pausa, porque queremos llegar a la meta y ser coronados. El esfuerzo en el Señor nunca será en vano, aunque muchos se queden frustrados por no acabar lo que empiezan.
La recompensa final
Si corremos con los ojos puestos en Jesús, llegaremos a la meta. Dios enjugará nuestras lágrimas y nos dará vida eterna en su presencia. La pregunta es: ¿quieres acabar con gozo lo que has empezado? Recuerda: mejor es el fin que el principio, y el que empezó la buena obra en ti la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.
